jueves, 18 de noviembre de 2010

EL MATERIALISMO DIALÉCTICO


Carlos Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895) son considerados como los creadores de esta filosofía que también se conoce como Marxismo, aunque de hecho ni Marx ni Engels usaron el término “materialismo dialéctico” para designar propiamente su filosofía; sin embargo, se le ha llamado así por el sentido y tipo de respuestas que dan a los problemas ontológicos, gnoseológicos y éticos. Por ejemplo es muy curiosa y famosa la anécdota que nos cuenta que en una ocasión el propio Marx contestó muy molesto, que él no tenía nada de Marxista.

A la filosofía de Marx y Engels, se le ha llamado Materialismo Dialéctico, precisamente por el carácter de su respuesta al problema ontológico, al problema de las relaciones entre el espíritu y la materia, de las relaciones entre las “cosas” materiales y espirituales; por lo general, el Marxismo considera y contesta que lo fundamental y primordial en la materia. Es decir, que a fin de cuentas y en el fondo, todos los fenómenos y procesos del mundo se reducen y explican como productos del desarrollo y transformación de la materia. En el fondo de todo de cualquier “cosa”, incluida la vida humana, lo que vamos a encontrar es la materia y sus leyes de desarrollo conforme la ciencia lo explique.

En este sentido, al Marxismo se le ha llamado Materialismo, porque contesta que en primera instancia es la materia y luego el espíritu; lo espiritual surgió de lo material.

En cuanto al término “dialéctico”, podemos decir que es un término que se deriva de dialéctica. Y la dialéctica básicamente significa transformación, interrelación y contradicción.

Decir que algo es de carácter dialéctico, significa que ese algo está en una constante transformación, que nunca se detiene, que está interrelacionado con todo y consigo mismo, también que está en pugna, en lucha o en contradicción consigo mismo.
Podemos pensar, por ejemplo, que mundo, naturaleza, Historia, sociedad y hombre precisamente son dialécticos porque permanentemente se transforman, están interrelacionados, y conllevan contradicciones dialécticas en-sí-mismos. Marx y Engels han expuesto que la naturaleza, Historia y hombre, el mundo en general, son de carácter dialéctico. El mundo o realidad como la totalidad de lo existente que ha habido, hay y habrá, es un conjunto de “cosas” fijas que no cambian sino de proceso es un constante desarrollo y cambio.

La Filosofía de Marx y Engels entraña un Materialismo Dialéctico, ya que para ellos todo fenómeno o proceso, cualquiera que sea su tipo, se reduce y se explica en el fondo a partir de las leyes y transformación dialécticas de la materia. En resumen: para esta Filosofía todo es materia y transformación, incluida la energía y lo espiritual, por eso se trata de un Materialismo dialéctico.

¿Cuáles son las leyes y principios más generales que universalmente “rigen” a la materia en su desarrollo y transformación? Estas leyes y principios están concentrados en lo que se conoce como Dialéctica. En este sentido, definimos a la Dialéctica materialista como “la ciencia de las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento humano”

Las leyes de la Dialéctica Materialista, son básicamente tres:
a) Todo esta en transformación o cambio dialéctico.
(Ley universal del cambio dialéctico)
b) Todo esta interrelacionado.
(Ley de la concatenación universal de los procesos)
c) Todo esta en unidad y lucha de contrarios.
(Ley de la contradicción universal)

De estas tres leyes, la tercera es la fundamental, y digamos que de ella se derivan las otras dos. Es decir, que de la unidad y lucha de los contrarios se derivan tanto la transformación como la concatenación (interrelación) universal de los procesos.

El significado de la unidad y lucha de los contrarios (tercera Ley), nos dice que absolutamente todo proceso o fenómeno se contiene a sí mismo y a su contrario. Esto significa, por ejemplo, que lo vivo está vivo, pero al mismo tiempo está muerto, que lo negro no se concibe sin su opuesto que es lo blanco, o la luz sin lo oscuro, lo caliente sin lo frío, etcétera.

Dicho de otro modo, esta Ley indica que todos los procesos contienen en sí mismos fuerzas en pro y en contra. Fuerzas que los afirman y fuerzas que los niegan, impulsos que los hacen o construyen pero también impulsos que los deshacen o destruyen. Esas fuerzas opuestas al interior o esencia misma de cada proceso están en pugna, en lucha; y gracias a esa lucha el proceso se va desarrollando. Por ejemplo, en el fenómeno psico-social de la familia supuestamente unida hay oposición dialéctica entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas etc., y en la pugna de esas contradicciones dialécticas se desarrolla la vida familiar. Si no hubiera esas contradicciones dialécticas, no existiría esa familia. Los procesos de la naturaleza, la sociedad y el ser humano, existen, se desarrollan gracias a, y a través de sus contradicciones internas (y externas) que surgen de su unidad y lucha de contrarios.

Ahora bien, además de las contradicciones dialécticas internas, también hay contradicciones externas, es decir, que todo fenómeno o proceso también se contradice dialécticamente con otros fenómenos externos a él. En el ejemplo de la familia, digamos que sus contradicciones dialécticas externas se dan en la medida en que se afirma a sí misma y se diferencia o niega a los otros grupos o familias.

Ley de la concatenación universal de los procesos. Esta segunda ley de la Dialéctica postula que no hay un sólo fenómeno aislado sino que todos los fenómenos naturales, sociales y humanos están interrelacionados. Se plantea que directa o indirectamente todo está interconectado. Y esa interconexión se deriva precisamente de las contradicciones dialécticas externas de cada proceso. En este sentido, por ejemplo, todo estudiante además de sus contradicciones dialécticas internas de saber y no saber, conlleva a contradicciones dialécticas externas con sus otros compañeros estudiantes, o del correspondiente Colegio, las cuales quizá sean más evidentes en sus interrelaciones, interconexiones con sus compañeros inmediatos en el grupo.

Así pues todos los procesos del mundo están interconectados entre sí directa o indirectamente, todo tiene que ver con todo. Lo natural con lo social, lo social con lo humano, lo humano con lo natural. En sí, el Universo no es, según el Materialismo Dialéctico, más que un conjunto o sistema de procesos materiales que influyen los unos a los otros. Los procesos están universalmente interconectados, y la investigación científica precisamente tiene el propósito de describir y explicar esas conexiones que frecuentemente no se ven, pero que según el principio dialéctico de la segunda Ley ahí están. Los procesos están universalmente entrelazados, están en una trabazón universal, en una concatenación universal.

Ley de la transformación universal. El cambio o transformación dialéctica, es la consecuencia necesaria de la unidad y la lucha de contrarios al interior de cada proceso (tercera Ley) y las influencias mutuas entre ellos (segunda Ley). Hay que distinguir entre el cambio o transformación dialéctica, y el cambio o movimiento mecánico. El movimiento mecánico es cambio de lugar prácticamente sin transformación, y el movimiento dialéctico es fundamentalmente transformación o cambio del proceso con o sin cambio de lugar. No hay que confundir, pues, el movimiento mecánico de cambio de lugar con el movimiento dialéctico de desarrollo o transformación. Todo esta en movimiento dialéctico, pero conforme a un punto físico de referencia no todo está en movimiento mecánico. Por ejemplo, digamos que con respecto a un sistema de coordenadas o a puntos físicos geográficos de referencia, mecánicamente la gran Tenochtitlan no se ha movido del Valle de México desde su fundación en 1325; pero dialécticamente sí se ha transformado hasta convertirse, hoy en día, en la ciudad de México como una de las capitales más sobrepobladas y contaminadas del mundo.

El desarrollo y transformación dialéctica atraviesa diferentes fases, mismas que podemos identificar como Tesis o Afirmación, Antítesis o Negación y Síntesis o Negación de la Negación.

En cada fenómeno la tesis o afirmación esta representado por las fuerzas que lo construyen y que de momento no predominan, pero que pueden llegar a hacerlo; la síntesis es el momento o fase del proceso en el cual la antítesis o negación se impone a la tesis y afirmación, absorbiéndola. A esta síntesis se le llama negación de la negación, porque es el momento en que la negación supera a la afirmación, pero también se niega a sí misma pues, dialécticamente, en ese mismo momento se convierte en la nueva afirmación que va a tener otra nueva negación dialéctica.

Por ejemplo, en la familia la afirmación o tesis son tus padres, la negación –antitesis- (los hijos) eres tú y tus hermanos; en la unidad y lucha dialéctica de tus padres y ustedes se da el desarrollo y transformación de tu familia, hasta que llega el momento en que ustedes como hijos (negación) comienzan a predominar sobre tus padres (afirmación) que declinan. Pero para entonces, en la síntesis, ustedes dejan de ser negación y se convierten en la afirmación de la familia; ante la cual, por Ley dialéctica, surge una nueva negación que podrían ser tus hijos (nietos de tus padres) y “otros” miembros ajenos que se incorporen a la familia, tales como los esposos de tus hermanos o hermanas, de modo que tus hijos van a ser la negación dialéctica de la negación que fuiste tú y tus hermanos con respecto de tus padres. Y así incesantemente, pues la transformación dialéctica nunca acaba.

El método dialéctico
Cuando estas tres leyes de la Dialéctica son consideradas como un método de investigación científica o filosófica para el estudio de la naturaleza, la Historia, la sociedad o el ser humano, se denomina Método Dialéctico. Es decir, que éste está constituido por leyes y principios derivados de la Dialéctica. Efectivamente, en el desarrollo de su Filosofía materialista dialéctica, Marx y Engels aplicaron el Método Dialéctico al estudio de los problemas de la Historia, la sociedad y al ser humano, creando con ello lo que se conoce como Materialismo Histórico. Cabe afirmar que esta dialéctica, la toma Marx de Hegel, pero a diferencia de este, le imprime un carácter materialista.

a) El Problema Ético
Respecto al problema del bien y del mal moral, el Materialismo Dialéctico e Histórico también trata de rescatar al proletario. Es decir, ve a la moral como un instrumento de opresión ideológica, e intenta que en el transcurso de la liberación del proletariado este se “sacuda” la moral burguesa que lo enajena y que construya una nueva moral, una moral de los trabajadores en la cual los valores morales no sean individualistas y egoístas, sino colectivistas y socialistas. Por eso la personificación del hombre o mujer, moralmente buenos para el Marxismo, está en el compañero o compañera trabajador revolucionario que lucha por hacer justicia a los proletarios, que ha desarrollado una conciencia de clase y lucha por el advenimiento dialéctico de la revolución proletaria y la construcción del Socialismo y Comunismo. “Bueno” es lo que favorece la evolución, “malo” lo que la obstruye. En una comparación que a caso parezca inadecuada, digamos que la dimensión y dignidad moral del revolucionario, para la ética marxista, equivale a la del santo en la ética cristiana.

b) Problema Gnoseológico
La teoría Marxista del conocimiento concede gran importancia a la praxis como factor que incide en el proceso de construcción del conocimiento. El conocimiento se elabora a partir de la interacción del sujeto, el objeto, y la sociedad, de manera que lo que conocemos del mundo y sus procesos, está dialécticamente determinado por el contexto histórico-social, nuestras capacidades personales y la estructura misma de los procesos o fenómenos a conocer. En el proceso del conocer vamos de lo práctico a lo concreto (experiencia sensible), a lo abstracto (concepto), y otra vez dialécticamente a lo concreto.

Dialécticamente hablando, la unidad y lucha de los contrarios en el proceso del conocimiento se da como un enfrentamiento entre lo concreto sensible y lo abstracto inteligible, proceso incesante, a través del cual vamos desarrollando nuestros conocimientos, tanto individual, como socialmente, pues todo conocimiento adquiere su verdadero status en la práctica social, es decir, cuando ya ha sido aplicado en la actividad laboral (práctica social) para la satisfacción de necesidades sociales concretas.

La categoría de praxis. Como hemos indicado el marxismo le da una gran importancia al concepto de practica social, frente a sus antecesores Marx destacaba que “los filósofos se habían limitado a interpretar el mundo de distintos modos, pero de lo que se trataba era de transformarlo” tal afirmación es el punto de partida de lo que se llama una filosofía de la praxis, entendiendo por ello la actividad consciente y objetiva que el hombre desarrolla para transformar su realidad.

Como señala el filósofo Adolfo Sánchez Vázquez, para llegar a una correcta concepción de la praxis es necesario superar su sentido idealista como una mera actividad de la conciencia humana o suprahumana para situarnos en una actividad material del hombre como un ser social y transformador; así mismo, es necesario rebasar su sentido inmediato e ingenuo propio de la conciencia ordinaria, pues “la teoría de la praxis revolucionaria exige la superación del punto de vista natural, inmediato, que adopta la conciencia ordinaria del proletariado”.

“La conciencia ordinaria cree estar en una relación directa inmediata con el mundo de los actos y objetos prácticos”, no siente la necesidad de desgarrar el telón de prejuicios, hábitos mentales y lugares comunes sobre el que se proyecta sus actos prácticos; sin embargo, nos explica Sánchez Vázquez, el hombre común y corriente es un ser social e histórico, es decir, se encuentra inmerso en un conjunto de relaciones sociales y ubicado en un determinado momento histórico. Su vida cotidiana se halla acondicionada histórica y socialmente, y lo mismo puede decirse de la visión que tiene de la propia actividad práctica, de tal manera que toda acción que emprendas, por pequeña que esta sea, está comprometida, trabada con una ideología, con determinados valores, fines o propósitos.

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