miércoles, 27 de octubre de 2010

2.2. CONTRASTAR LAS TESIS FUNDAMENTALES DEL CRITICISMO Y DEL IDEALISMO.



EL CRITICISMOLa Filosofía moderna se caracteriza por su reflexión sobre la ciencia y el método con la intención fundamental de crear las bases de la nueva ciencia. En el inicio de esta época surgieron dos corrientes filosóficas conocidas como Racionalismo y Empirismo. A través de sus posturas intentaron justificar el conocimiento científico por medio de la razón o la experiencia; sin embargo, la etapa de madurez del pensamiento moderno surge con el Criticismo que pone en duda la posibilidad misma de la ciencia con el afán de encontrarle un fundamento.

a) Dogmatismo, Escepticismo y CriticismoLa Corriente Crítica tiene sus antecedentes en la oposición entre el Dogmatismo y el Empirismo. El dogmatismo aceptaba como un hecho innegable la existencia del conocimiento, atribuyendo al intelecto la posibilidad de un conocimiento sin límites, mientras que el escepticismo negaba toda posibilidad de un conocimiento objetivo y racional. Ambas posturas parten de la formulación del problema del conocimiento, como si fuera posible conocer con verdad las cosas que nos rodean.

Muchas veces habrás escuchado a algunas personas decir que no existen fronteras para la ciencia y que cualquier problema, por más difícil que sea, puede ser explicado científicamente; pues bien, dichas personas son las que profesan el dogmatismo. De igual manera, otras personas suelen afirmar que el ser humano nunca podrá conocer con verdad y certeza las cosas, pues lo que para unos es verdadero para otros es falso, de acuerdo con la experiencia personal de cada uno, lo que dificulta poder comprender lo que los demás tratan de comunicar por medio del lenguaje y que no permite llegar a un acuerdo en lo que se conoce de las cosas; estas personas se encuentran dentro del Escepticismo.

El Criticismo surge como una nueva forma de tratar el problema del conocimiento aceptando el hecho de que conocemos, pero dudando del alcance del mismo. ¿Qué podemos conocer? Este cuestionamiento implica que existe algo en el objeto que puede ser conocido, pero a la vez, algo que no puede ser conocido, por lo que el problema de la posibilidad del conocimiento se transforma en el de los límites del conocimiento.

El Criticismo deja asentado que los seres humano son capaces de conocer, pues si se adopta un escepticismo radical, la negación del hecho de conocer es contradictoria, puesto que dicha afirmación sería imposible hacerla, ya que si se niega que se conoce ¿cómo es posible conocer que no se conoce?; de igual manera, el hecho de que existe el conocimiento no asegura que todo lo que existe pueda ser conocido y, todavía más, que sea verdadero objetivamente todo conocimiento, pues la experiencia nos muestra que muchas veces los conocimientos son erróneos.

El principal representante del Criticismo fue Emmanuel Kant, filósofo alemán que nació en Könisgsberg (Prusia) en 1724 y murió en la misma ciudad en 1804. Su vida fue sencilla y metódica, consagrada a la Ciencia y la Filosofía. Las obras principales en las que expresó sus ideas filosóficas centrales fueron Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica y Crítica del juicio. En ellas hace un tratamiento de los problemas del conocimiento, de la ética y de la estética.

b) Racionalismo y EmpirismoEmmanuel Kant vivió en los momentos más álgidos de la Modernidad y fue influido por el Racionalismo, el Empirismo y por la Física de Isaac Newton, la cual tomó como modelo para toda ciencia. Igualmente la obra de Juan Jacobo Rousseau, así como la religión pietista repercutieron en su ética.

El Racionalismo tiene su origen en el campo de las matemáticas y sus representantes René Descartes (1596-1650) –filósofo francés- y Guillermo Leibniz (1646-1716) – pensador alemán-, desarrollaron teorías matemáticas de gran trascendencia. A René Descartes corresponde el mérito de ser el creador de la Geometría Analítica y a Guillermo Leibniz el de la creación –junto con Newton- del cálculo infinitesimal. El Empirismo se derivó del área de las ciencias naturales, siendo sus principales representantes Francis Bacon (1561-1626) y David Hume (1711-1776).

La polémica que se entabló entre el racionalismo empirismo no sólo se dio por la procedencia de la teoría sino, también, por la ubicación geográfica de los pensadores. El Empirismo tuvo su mayor auge en Inglaterra (Gran Bretaña), mientras que el Racionalismo se dio en el continente, en Francia y Alemania. Ambas posturas representaban las tendencias económico-políticas de los países donde se desarrollaron.

En Francia se organizaba el movimiento cultural y social inspirado en la Ilustración que culminaría en la Revolución con el triunfo de la burguesía, promotora de cambios radicales en la conformación de la República, lo cual repercutió en el desarrollo de la producción económica y su impacto en el mercado. En Inglaterra se gestaban una serie de cambios en las fuerzas productivas gracias al recurso de la aplicación de la ciencia y técnica en la producción económica, hecho conocido como Revolución Industrial, con cambios en el sistema político. Sin embargo, ambos se encontraban arraigados en una ideología liberal impulsada por la burguesía que buscaba las condiciones óptimas para el desarrollo de una nueva forma productiva: el Capitalismo.

La burguesía continental inicia sus revoluciones con las insurrecciones alemanas ideológicamente impulsadas por el luteranismo y el calvinismo, movimientos religiosos surgidos como reformas protestantes del Cristianismo, los cuales postulaban una moral de libre examen e independiente de la normatividad de la jerarquía eclesiástica del catolicismo romano, igualmente la burguesía inglesa basó gran parte de su lucha en la ética protestante rompiendo los lazos con la católica.

Es la época de los nacionalismos y del abandono de las estructuras políticas medievales con la acumulación del capital y el mercantilismo. Estas condiciones histórico-sociales van a estar presentes en las expresiones filosóficas de los pensadores de este periodo y de modo particular en Emmanuel Kant (1724-1804) y Guillermo Federico Hegel (1770- 1831).

c) La nueva cienciaLa nueva ciencia abandonó los cánones y métodos de la ciencia medieval. Por ejemplo, Galileo Galilei consideró que la realidad es materializable y, por tanto, expresable en fórmulas matemáticas precisas, además de sistematizar el Método Experimental y aplicarlo en la Física. Este método se compone de un ingrediente racional y de un aspecto empírico: se observa, se postula una hipótesis, se realiza un experimento y se establece una generalización (formulación de leyes) La forma acabada del conocimiento científico se expresa en la Física de Newton, razón por la cual Kant la consideró el modelo general de toda ciencia.

La química y la biología adoptan la experimentación como método para adquirir el rango de ciencia, abandonando las ideas del esoterismo en el que se habían refugiado para sobrevivir.

El gran adelanto alcanzado por las ciencias naturales permite la reflexión profunda sobre la posibilidad de
la ciencia; Kant tuvo la agudeza e ingenio suficientes para hacerlo.

jueves, 21 de octubre de 2010

2.1. Caracterizar el contexto histórico cultural europeo de los siglos XVIII y XIX



Con el análisis de las filosofías entraremos propiamente al siglo XIX. En este periodo se consolida en forma plena lo que hemos denominado modernidad. Las ideas del Renacimiento y de la Ilustración llegan a su máxima expresión. Los hallazgos científicos y técnicos son notables.



Para poner algunos ejemplos: en 1800 Alejandro Volta inventa la pila eléctrica y en 1828 Barlow construye el primer motor eléctrico. En 1815 Mac Adam inventa el revestimiento de carreteras con guijarros que llevan su nombre. En 1816 se construye la primera lámpara de seguridad para mineros y en 1823 la primera vía férrea para transporte de carbón.



En el ámbito social y como herencia de la Ilustración se desarrolla una importante doctrina política y económica conocida como Liberalismo que tiene como antecedentes las filosofías de autores como Locke, Mostesquieu, Condillac y Rousseau entre otros. El liberalismo venia a romper definitivamente con la filosofía trascendentalita y escolástica que privaba en la edad Media dentro de la cual el hombre se preocupaba por alcanzar la felicidad eterna en los confines de otra vida. Como expresión de la modernidad el Liberalismo como doctrina práctica persigue el bienestar y la riqueza en esta vida.



Surge, en lugar del hombre religioso, el homo ecomonicus. Un teórico importante del liberalismo económico fue Adam Smith (1772 1823) “de familia sefardí, prototipo del homo ecomonicus” era hijo de un agente de bolsa, profesión a la que se dedica él mismo. Tuvo en sus actividades éxitos prácticos no menos brillantes que el éxito teórico de sus estudios y cuenta con más títulos que nadie para ser considerado fundador de la moderna ciencia económica.



Entre las ideas básicas de Adam Smith figura la que sostiene que el trabajo del obrero es una de las cosas que se compran y se venden, su precio será aquel que permita que la fuerza de trabajo subsista y se perpetué. En realidad las teorías económicas de Smith tienen como trasfondo la actuación imprescindible de la clase obrera que irrumpe en este siglo así como su drástica confrontación con la burguesía con la clase capitalista, confrontación que le permitirá a Marx formular su famosa teoría Lucha de clases.



En lo que respecta a las filosofías que se generan este siglo XIX, vemos surgir, después de Kant un pensamiento metafísico que, paradójicamente, retoma algunos postulados, algunos aspectos de la filosofía crítica y que cobran expresión en el idealismo alemán representados por filósofos como: Fichte, Scelling y Hegel (1770-1831).



Con este último como veremos la metafísica del idealismo y el pensar racionalista alcanzan la cima de su evolución. Podemos decir que el idealismo absoluto de Hegel significa el más grande intento de entender el cosmos, en su aspecto natural y cultural, a partir de la dinámica del espíritu racional, empleando para ello el llamado método dialéctico.



Pero así como surgen corrientes francamente idealistas y metafísica como la de Hegel también se desarrolla en este siglo doctrinas que reaccionan contra todo tipo de pensamiento especulativo o metafísico, como es el caso del positivismo iniciado por el francés Augusto Comte (1798-1857), filosofía que va a reclamar un saber riguroso fundado en la observación, recurso utilizado por las ciencias positivas (física, química, biología) cuyos progresos eran evidentes en esta época, en fin, otras filosofías representativas de este siglo XIX son sin duda, las llamadas “Filosofías de la vida y de la Historia”. La filosofía que reflexiona sobre estos temas son de suyo muy variadas: desde el existencialismo de Sören KierKegaard preocupado por rescatar la existencia concreta y autentica del hombre hasta Dilthey, padre del historicismo y, desde luego, Federico Nietzsche con su filosofía vitalista por cierto con la muerte de este filosofo y autor de “Así habló Zaratrusta”, acaecida en 1900 concluye el siglo XIX.

lunes, 18 de octubre de 2010

UNIDAD 2


2.1 LA ILUSTRACIÓN
La Ilustración es una de las distintas corrientes que se dieron en la época moderna, esta corriente llena todo el siglo XVIII y también se le conoce como Iluminismo o época de luces porque en efecto, intento iluminar, aclarar o ilustrar todo por la vía de la razón, superando el dogmatismo y aquellas ideas que no sean compatibles con la ciencia y con la racionalidad. En este periodo surge una filosofía optimista que tiene gran confianza en la razón para organizar la vida y la sociedad en beneficio de la humanidad.

La ilustración se origina en Inglaterra dentro del ambiente de tranquilidad que surge después de un período revolucionario, de Inglaterra pasa a Francia donde se radicalizó más, repercutiendo en las principales ideas que asumirá la revolución francesa La Ilustración francesa es concebida por muchos como una crítica al cristianismo o mezcla de hostilidad que toma a la Iglesia como enemiga de la razón propugnadora de la intolerancia. La Ilustración francesa presenta diferentes facetas, desde el deísmo de Voltaire y Diderot, al ateísmo de Holbach y el materialismo de Cabanis.

Los filósofos franceses del siglo XVIII se caracterizaron por su enemistad hacia el sistema político existente dando, como ya mencionamos, pie a la Revolución y al establecimiento de la democracia burguesa, aunque llevados por la defensa de la razón, considerada como el mejor instrumento para entender el mundo del hombre.

Oponiéndose a la Edad Media, los filósofos de la Ilustración pretendían formar una nueva cultura. Ellos creían en el progreso marcado por el desarrollo de las ciencias, influidos por el pensamiento inglés (Locke y Newton). Los ilustrados estaban convencidos de que el mejor camino era la observación que remite a los fenómenos y nos permite acceder al conocimiento de las leyes y causas de los mismos para, después llegar a principios universales que les posibiliten examinar los hechos. O sea que aceptaban un empirismo a demás de un racionalismo Dicho empirismo derivó, en algunos casos, en un positivismo, por lo que no creían en una metafísica al estilo medieval sino en una racional que sintetizaba los resultados de las ciencias empíricas.

Algunos de estos filósofos reflexionaron acerca de lo fisiológico y lo psíquico del hombre, hasta llegar a un materialismo; intentando desarrollar una ciencia del hombre al estilo de la Física de Newton además de separar la Ética de la Metafísica y de la Teología –desde el Idealismo ético de Diderot hasta el Utilitarismo de la Mettrie-; al mismo tiempo otros pensadores sostenían un deísmo, como Voltaire cuando sostenía:

“si Dios no existiera habría que inventarlo precisamente en bien de la armonía moral de la sociedad”.

Otra característica de estos pensadores es que no eran propiamente profesores de Filosofía en las universidades sino que se dedicaban a otras tareas de actividad científica, puesto que la Filosofía no era por entonces una profesión académica.

Citemos a continuación algunos pensadores representativos de la Ilustración:

Pierre Bayle (1647-1706) fue quien más influyó en la preparación de la Ilustración. Sostenía que el hombre era un ser racional y autónomo que no necesitaba de creencias religiosas para desarrollar una vida virtuosa. Montesquieu (1689 – 1755) aplicó el método inductivo para entender los fenómenos sociales y encontrar los principios del desarrollo histórico. Esto se manifiesta en su obra Del espíritu de las leyes, donde sostiene que las condiciones ambientales influyen en el carácter de los pueblos; afirmó la existencia de una ley moral natural anterior a toda ley positiva y propuso que la libertad humana es limitada por las leyes; que la libertad política implicaba la separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial para actuar como contrapesos unos de otros con el fin de evitar el despotismo y el abuso tiránico del poder.

Esta obra se inspiró en el sistema inglés y pretendía adaptarlo al sistema francés para corregirlo. Otras de sus obras fue “sobre las causa de la grandeza y decadencia de los romanos”, donde observa que el auge de las naciones se basa en la libertad política.

Este pensador influye notablemente en la preparación la Ilustración sostenía que el hombre es un ser racional y autónomo que no requiere de creencias religiosas para llevar una vida honesta y virtuosa, su ética, entonces, prescinde de la religión, Escribió un voluminoso diccionario histórico y crítico, donde hace una aseveración muy fuerte a la filosofía tradicional, o sea a la que se da en la edad Media.
Considera que los dogmas religiosos son incompatibles con los conocimientos que brinda la razón y la ciencia. Además Bayle sustentaba ideas liberales ya que defendió la separación de la Iglesia y el Estado, abogando por la tolerancia, principio sostenido por los filósofos de la Ilustración.

Voltaire, cuyo nombre original fue Francoise Marie Arouet (1694-1778), sostenía la existencia de Dios puesto que al observar la naturaleza se podía inferir la existencia de un creador inteligente, aunque rechazaba la existencia del alma espiritual por considerarla una hipótesis metafísica innecesaria para cubrir nuestra ignorancia; sin embargo, sostenía la existencia de una libertad de indiferencia y una espontaneidad; siendo la primera el resultado de nuestra volición cuando no hay algún motivo que incline a la voluntad, producto de la comprensión o del instinto.

La voluntad está encausada, sin embargo los actos libres se dan cuando se tiene la oportunidad de hacerlo o no. Por lo que se es libre cuando se tiene el poder de llevar a cabo la acción que se deseaba. Pero este determinismo no descarta la existencia de una ley moral entendida como conciencia de la necesidad, pues existen leyes naturales conforme a las cuales actuamos los seres humanos en todo el mundo, ya que Dios nos ha dado ciertos sentimientos que dan origen a las leyes fundamentales de la sociedad humana.

Por otra parte, este filosofo francés, se muestra como defensor de la libertad política pues creía en la existencia de los derechos humanos, mismos que el Estado debía respetar. Dicha libertad correspondía a la libertad del pensamiento y de expresión. Voltaire se reía de la igualdad que proponía Rousseau pues consideraba que el pueblo siempre seguiría siendo ignorante. Creía en la monarquía Ilustrada defendida por los filósofos de la época, la cual debería ser tolerante y benévola, brindar las condiciones de libertad acabando con el poder de la Iglesia y sustituir el dogma y la superstición por la Ilustración; no propugnaba una revolución social sino una reforma del sistema de gobierno, por lo que el progreso significaba acceder al reino de la razón, al progreso intelectual, científico y económico, pero no político.

Claude Adrien Helvetius (1715-1771) fundó una teoría utilitarista de la moralidad donde sostenía que las virtudes son las acciones útiles al público y acordes al interés general, por lo que la norma de moralidad es el interés común. El modo de implantar el interés común es la educación, pero ésta no se puede lograr por la existencia de la imposición del clero y por el hecho de que los gobiernos son imperfectos o malos, lo que conlleva a resquebrajar el poder del clero y a reformar el sistema de gobierno mediante una legislación adecuada.

Aunque se tiene la idea de que la ilustración exalta la razón; sin embargo, son las pasiones y los sentimientos controlados por la razón los que impulsan el progreso. Recordemos que el progreso, la libertad y la confianza en la razón humana son las ideas principales que se dan en la Ilustración.

Juan Jacobo Rousseau (1712- 1778), es sin duda una de las grandes figuras, más importantes de la Ilustración. Sus principales obras son: “confesiones” de carácter autobiográfico; “Discurso acerca del origen y fundamento de la desigualdad entre los hombres” “ la nueva Eloisa”, “Emilio o de la Educación” y "el contrato social”, obra que va a repercutir considerablemente en los teóricos del liberalismo y en los pensadores y caudillos de la Independencia en Latinoamérica.


El pensamiento de Rousseau contrasta con el de sus contemporáneos ilustrados ya que fue uno de los primeros en criticar la racionalidad inclinándose por los sentimientos, los que considera la parte más noble del ser humano. De acuerdo con ello sostiene una concepción originaria y natural de la vida, una vuelta ala naturaleza. Para Rousseau el hombre es bueno por naturaleza y lo que llamamos “civilización” es lo que nos aleja de la propia naturaleza desvirtuándonos y pervirtiéndonos. Por naturaleza entiende el pensador Ginebrino, una vida sencilla, pura, no contaminada por los convencionalismos sociales. Su doctrina política esta plasmada en “El Contrato Social”, su obra más conocida e importante; piensa que la sociedad es un convenio o pacto que se establece entre los hombres. La voluntad general que surge por procedimientos democráticos, es el origen de la soberanía y de las leyes; los gobernantes no deberán tener poderes absolutos como sucede en las viejas monarquías, sino que pueden ser removidos por los ciudadanos cuando éstos no cumplen con su cometido. Así, cada ciudadano no debe ser solo objeto, si no también sujeto de poder.

Por otra parte el autor del contrato social considera que es preciso reformar la vida social conforme a un principio de igualdad jurídica y de libertad personal(idea esencial del liberalismo que se desarrollara en el siglo XIX). Tales reformas solo serán posibles mediante la educación. Este tema, el de la educación, es abordado por Rousseau en otra de sus obras importantes: “ Emilio”, donde una de sus ideas es la formación del niño a partir del respeto a la naturaleza pues “todo sale perfecto de las manos del autor de la naturaleza”, sin embargo todo se degenera o deforma por la intervención del ser humano creando artificios que desvirtúan la espontaneidad y frescura que reina en la propia naturaleza.

jueves, 7 de octubre de 2010

7. Contrastar las tesis fundamentales del racionalismo y del empirismo.


Acordes con esos grandes cambios de la Revolución filosófica-científica y tecnológica desarrollada en los siglos XV, XVI y XVII, en el plano de la Filosofía en general y de la Gnoseología, Epistemología o Teoría del conocimiento en especial, se van a ir sucediendo una serie de discusiones respecto del problema del conocimiento. Es decir respecto del tradicional problema epistemológico de ¿Cuál es el origen y fundamento del conocimiento humano? Se irán vertiendo a lo largo de todos esos años, diversos puntos de vista. Los cuales en general, bien podemos agrupar en dos grandes vertientes o corrientes de pensamiento epistemológico, que serán las del Racionalismo y la del Empirismo.

Diversos pensadores van a considerar, sin excluir a una u otra facultad humana, ya sea al entendimiento humano o la percepción sensible, que lo primordial es la razón, racionalistas, o que lo primordial es la experiencia sensible, los empiristas. Esta llamada “polémica” o discusión extrema respecto del fundamento y origen mismo del conocimiento, se encuentra en la base y fundamento mismo de la Ciencia, la Filosofía y el paradigma de la época moderna.

Quizás lo más significativo de esta llamada “polémica”, radica en el hecho de que indirectamente vino a sustituir a la polémica medieval entre la Fe y la Razón. Discusión esta última que por lo general se inclina, en el período medieval, a pensar que la verdad por excelencia y la verdadera fuente del conocimiento, se encuentran en la Fe. Y aún más, que la verdad y la verdadera ciencia se encontraban el las sagradas escrituras.

Pero esa vieja polémica entre la Fe y la Razón, ya desde el inicio del paradigma de la modernidad, como decimos, será sustituida por la nueva polémica entre la razón y la experiencia, desarrollada por diversos pensadores y estudiosos, de filiación racionalista y empirista, a lo largo de todo el siglo XVI y XVII, y aún más adelante.

EL RACIONALISMO
En la época antigua la problemática central de la Filosofía fue cosmológica, ya que giraba en torno al cosmos; en la Edad Media fue antológica, giraba entorno al ser, y en la edad moderna es antropológica y gnoseológica y se mueve en torno al hombre y al conocimiento. Por consiguiente, el problema central en la Filosofía moderna es el conocimiento. Aunque es un hecho que el hombre conoce, el asunto es explicar este hecho.

¿Podemos estar seguros de lo que conocemos? ¿Existe algún camino para obtener conocimientos ciertos? ¿De qué depende la seguridad de nuestros conocimientos? ¿Cómo conoce el hombre? ¿Con qué medios conoce? ¿Qué es el conocimiento? ¿Cuál es el origen del conocimiento? ¿Cuáles son los límites del conocimiento?

Se considera a René Descartes (1596-1650) el padre de la Filosofía moderna y, por lo tanto, antecedente de lo que conocemos como modernidad en Filosofía, en razón de la influencia posterior que ejerció sobre el pensamiento moderno y de las deformaciones que de sus teorías se derivaron. “Descartes es ciertamente uno de los hombres más responsables de la andadura y de la fisonomía de la era moderna que puede encontrarse particularmente caracterizada por... (la) cientificidad de la vida”

En sus obras se ocupa reiterativamente de los mismos temas: la duda universal, el método universal, el materialismo universal y la ciencia universal, el cogito, las ideas, el alma, Dios, el cuerpo y el mecanismo físico y biológico. Entre éstas destacan: El discurso del método, Meditaciones metafísicas, Reglas para la dirección del espíritu y Principios de la Filosofía.

La originalidad de Descartes consistió en pretender deducir con rigor lógico matemático toda la Filosofía y toda la realidad a partir de una idea innata. El intento cartesiano, o de Descartes, será racionalista e individualista, pretenderá proceder solo, sin ayuda de nadie, sin maestro, sin libros, sin la experiencia del pasado, recurriendo únicamente a su propia razón, a su razonamiento intuitivo: “Mi propósito es levantar el edificio de mis ideas y de mis creencias sobre un cimiento exclusivamente mío.”

Afirma haber tenido una intuición o visión. Sonó con una ciencia “universal” que abrazaba todas las cosas en una perfecta unidad específica. En esa “extraña intuición” se encuentra en germen la totalidad del racionalismo cartesiano. En vez de un conjunto de ciencias diferentes con su propio grado de inteligibilidad, abstracción, principios, métodos y certeza, englobó toda en una sola ciencia universal De todo el conocimiento el matemático le parecía el único seguro y sólido: “Las ciencias matemáticas eran las que más me agradaban, por la certeza y evidencia de sus razonamientos.” Esa certeza proviene de la aplicación rigurosa de la deducción. Descartes creía que el método matemático podía aplicarse a todas las realidades, especialmente a las físicas, así que lo aplicó a todas las ciencias, dando como resultado la exitosa creación de la Geometría analítica. Estas ideas llegaron a culminar con la cuantificación de la vida. También vio a la Filosofía como un edificio en ruinas. Cuando los habitantes de una casa corren graves peligros, ya sea porque los muros están en ruinas o porque los cimientos son poco sólidos, no les queda más remedio que derribarlas para volver a edificar.

Muchas veces es mejor tirar un edificio para construir otro nuevo, que reconstruir y adaptar habitaciones de edificaciones hechas con proyectos, finalidades y arquitectos diferentes. Se requiere, pues, construir totalmente el edificio, más que remodelarlo; de lo contrario obtendremos como resultado una obra mal acondicionada y mal readaptada. Se trata de partir de cero, sin los estorbos y las ruinas desastrosas del pasado. La filosofía es también como un árbol, sus raíces son la Metafísica, el tronco es la Física y las ramas son las demás ciencias como la medicina, la mecánica y la moral. Es “el conocimiento perfecto de todas las cosas que el hombre puede saber, tanto de la conducta de su vida (moral), como para la conservación de su salud (medicina), y para la invención (mecánica)”.

Descartes rechazó la Filosofía abstracta: lo que se necesita es una Filosofía concreta, que sea sabiduría de la vida y del dominio del mundo. Además, ésta debe construirse sobre cimientos sólidos, inconmovibles e incontrovertibles, debe construirse sobre principios ciertos, seguros e indudables que resistan la duda del más radical escéptico. Así como Arquímedes decía “dame un punto de apoyo y moveré al mundo”, Descartes dirá “dame un punto de apoyo y reconstruiré el conocimiento del mundo”. Pero, ¿cuál es ese punto de partida? Los sentidos no, porque nos engañan.

Sólo la razón es confiable, así que podemos dudar de todo. A partir de esa “duda universal” Descartes se dio cuenta de que si duda, piensa; si piensa, entonces existe. Descartes resume en cuatro las reglas de su método:

1. Regla de la evidencia. Aceptar sólo como verdadero aquello de lo que estamos absolutamente seguros que es verdadero. Hay que desechar lo que sea dudoso, las ideas verdaderas son aquellas que percibimos clara y distintamente.
2. Regla del análisis. Dividir en las partes que sea necesario para considerar cada parte por separado.
3. Regla de la síntesis. Ascender de lo simple a lo complejo, recomponer las ideas simples.
4. Regla de la enumeración y de la revisión. Enumerar cada uno de los pasos seguidos y revisar todo para estar seguros de no cometer error, ni omitir nada. La enumeración permite comprobar el análisis y la revisión permite comprobar la síntesis.

Descartes afirmaba que en medio de la duda universal se descubría una certeza fundamental que será el punto de partida de la reconstrucción de la Filosofía y esa certeza es: “yo existo”. Descubrió que ese yo piensa, y encontró también un criterio supremo de certeza: las ideas claras y distintas, criterio esencialmente racionalista.

Tres son las ideas innatas e iniciales:
1. La idea del yo pensante o alma, la cuales la base de su psicología.
2. La idea de un ser perfecto e infinito que es Dios, y es la base de su teología.
3. La idea de la extensión, materia o cuerpo, que es la base de su física.

A cada idea clara y distinta corresponde una clase de sustancia, que es algo que puede existir por sí misma; a la idea de yo, corresponde la sustancia pensante; a la idea de ser perfecto o Dios, pertenece la sustancia increada, perfecta e infinita, y a la idea de extensión, corresponde la sustancia corporal, finita y extensa.

El hombre para Descartes es un compuesto de dos sustancias distintas: alma y cuerpo, la esencia del alma es, ser sustancial pensante. La esencia del cuerpo es ser una sustancia “extensa”. Esta visión antropológica rompe con la filosofía de Aristóteles y Tomás de Aquino, para quienes el hombre es un solo ser, una sola sustancia, la unión sustancial entre cuerpo y alma.

El cuerpo humano y los animales son como máquinas regidas por las leyes generales de la mecánica, compuestos únicamente de materia extensa. La vida se reduce a puro movimiento mecánico. Las leyes de la mecánica son las mismas que las de la naturaleza.

El racionalismo cartesiano se encuentra en el método, en el modelo o tipo de saber que pretende alcanzar, en su demostración de la existencia de Dios y en su reconstrucción deductiva, de todo el saber. Asimismo, Descartes supone que la existencia se da cuando es “necesaria” y “a esta visión de lo necesario pretende acercarse tomando como vía de acceso la razón”.

Más tarde Leibniz hablará de “verdades de razón” y distinguirá un doble orden de verdades: las de hecho y las de razón. Las primeras son contingentes, su contrario es posible, se refiere a las existencias, las conocemos a posterioridad, por la experiencia; se rigen por el principio de razón suficiente, que precisamente establece que nada existe sin razón suficiente, y necesitan demostración para reducirlas al primer principio. En cambio las verdades de razón son metafísicamente necesarias; su contrario implica contradicción y es imposible; se refiere a las esencias; las conocemos con certeza a priori, por intuición: como las verdades lógicas y matemáticas. Se rigen por el principio de la identidad según el cual todo ser es lo que es, o por el principio de contradicción, que es el principio de las verdades necesarias, según el cual de dos proposiciones contradictorias, una es verdadera y otra falsa: las verdades de razón no necesitan demostración.

Kant denominará a las verdades de razón juicios analíticos y a las verdades de hecho juicios sintéticos.

Recluido (Descartes) en la interioridad de su pensamiento (cogito) con independencia de los sentidos y de la experiencia sensible, intentará demostrar: primero, la independencia del alma (pensamiento) respeto del cuerpo (extensión), y con ello su espiritualidad e inmortalidad; segundo, la existencia de Dios; tercero, la existencia y naturaleza del mundo corpóreo. Sobre esta arbitrariedad inicial reposa toda la Filosofía cartesiana, y esta es una de las causas de su escasa consistencia.

Se opondrá a la Filosofía aristotélica y tomista, al negar que todo lo que está en el entendimiento proviene de los sentidos: “Enseñan los filósofos una máxima que es de funestas consecuencias. Nada hay en el entendimiento que no haya impresionado antes a los sentidos. Las ideas de Dios y del alma nunca han pasado por los sentidos.”

Descartes abordará la cuestión de Dios de manera racionalista. De su idea de Dios dependerá toda la reconstrucción racional y casi matemática del saber humano.

Lo verdadero de una cosa se identifica con el contenido en la naturaleza o concepto. Así la existencia necesaria está contenida en la naturaleza o concepto de Dios. Por lo tanto, es verdadero que la existencia necesaria está en Dios o, lo que es lo mismo, que Dios existe.

Su erróneo procedimiento consistió en pretender conocer la existencia en la idea. Conocer la existencia de Dios en la idea que tiene de lo sumamente inteligible, potente y perfecto. Su existencia es absolutamente necesaria ya que no se trata de la existencia sólo posible y contingente.

Así como en la idea de triángulo se contiene la idea necesariamente de que los tres ángulos de un triángulo son iguales a dos ángulos rectos, o sea 180°, así en la idea de los sumamente perfecto se contiene la existencia necesaria y eterna el ser sumamente perfecto “existe”.

No podemos concebir la idea o naturaleza de una cosa sin concebir al mismo tiempo sus propiedades esenciales. No podemos concebir la idea de triángulo sin que en su esencia se encuentre implícito que la suma de sus ángulos es igual a dos rectos, ni la de la esfera sin que todas sus partes disten igualmente de su centro, ni tampoco la idea del monte sin la idea de valle. En la idea objetiva de cada cosa está contenida la existencia, porque no podemos concebir nada sino bajo la forma de una cosa que existe.

La esencia de Dios incluye “necesariamente” la existencia de Dios, y que es un ser “necesario” en razón de su perfección infinita. Igual que en la esencia de triángulo están contenidas sus propiedades esenciales, en la idea de Dios o ser perfecto e infinito está contenida la existencia “necesaria”.

Creía erróneamente que al intuir la esencia de Dios intuimos necesariamente la existencia de Dios, ya que en su idea está contenida su existencia necesaria, el existir pertenece a su naturaleza verdadera e inmutable, por lo tanto, evidentemente Dios existe. Esta prueba se basa en la realidad ontológica de la idea.


Descartes demuestra la existencia de Dios con diversas pruebas:
• Por la necesidad de la idea, por ser la causa del contenido de mi idea y por ser la causa de mí ser o existencia.
• Él es la existencia por sí, ya que mi existencia viene de otro ser que es la causa del ser de todos los demás seres.

Descartes debió caer en un círculo vicioso al sostener la existencia de Dios con base en ideas claras y distintas y cuando sostiene la verdad de las ideas claras y distintas con base en la veracidad de Dios.

Las cualidades primarias, como: la extensión, la dureza, la figura, el movimiento, el reposo, la gravedad y la atracción, son la únicas que son objetivas y que se hallan en los cuerpos. En cambio, las cualidades secundarias, como el calor, el olor, el sabor y otras, son subjetivas y producto de la acción mecánica de los cuerpos.

Sobre moral Descartes escribió muy poco, excluyó de su análisis crítico de la moral las verdades de la fe cristiana. Los hombres deben comportarse como buenos cristianos y buenos ciudadanos.

Aplaza la moral. Para él es necesario tener unas cuantas reglas morales provisionales en las cuales refugiarse, mientras se construye la casa. Su moral podría sintetizarse en las siguientes máximas:

• La norma básica de conducta es evitar la inconstancia, la temeridad y adaptarse
a las leyes, usos y costumbres del país en el que se vive, algo así como “al país
que fueres haz lo que vieres”.
• Conducirme por las opiniones de los más moderados.
• Debo ser firme y resuelto en mis acciones.
• Vencerme a mi mismo y cambiar mis deseos, en lugar de pretender que el
mundo y la fortuna sean los que cambien.
• Debo someterme a la voluntad de Dios, que es un ser infinitamente bueno.
• Vivir de acuerdo con la recta razón. Las emociones (pasiones) deben ser
reprimidas y dominada por la razón. En esto radica la dignidad del hombre, con
lo cual se hace semejante a Dios.
• Debo seguir la razón sin dejarme desviar por las emociones, ni las pasiones,
como la admiración, el amor, el odio, el deseo, la alegría y la tristeza.

Descartes, al introducir el Racionalismo en la Filosofía moderna, olvidó el papel instrumental de la razón y atribuyó a ésta la función de crear la verdad. El método parecerá crear al objeto y confundirse con él.

Por Racionalismo no debe entenderse el “uso” de la razón, sino el “abuso” de la razón. Se trata de “ajustar todo el nivel de la razón” para crear fácilmente una ciencia que se ocupe de las cosas inteligibles como la Matemática, “hecha a la medida de la mente”, en la que la razón deduzca totalmente las leyes de la realidad.

Esta doctrina parece olvidar que el conocimiento es un todo resultante de los sentidos y el entendimiento, y que en la vida intervienen las fuerzas de la voluntad y no sólo el entendimiento. Asimismo, para el Racionalismo la verdad se encuentra completamente del lado del sujeto, no nace del contacto vital con la realidad del objeto, la verdad nace de principios auto-evidentes de la propia razón. La realidad de la cosa e dudosa y no podemos conocerla.

La verdad no es dada por la evidencia o intuición del objeto real sino que se nos ofrece como sabiduría angelical que se basa formal y principalmente en la autoridad de Dios. Su orden es estrictamente teológico: se procede de Dios a la criatura, se trata de deducir de los atributos de Dios las primeras leyes del movimiento. Su física es una transposición indebida de la teología.

La influencia de Descartes será decisiva en la modernidad, pues las ciencias tenderán al modelo soñado por él. Se tenderá a alcanzar un conocimiento cierto, seguro, inmutable, universal, necesario, firme, establece, perfecto y capaz de resolver todos los problemas y dudas de manera deductiva como proceden las Matemáticas.

Concretamente, al aplicar este ideal de ciencia al derecho, surge el Racionalismo jurídico que florecerá en los siglos XVII y XVIII con el membrete de Escuela “Clásica” del Derecho natural. Un nombre impropio porque en realidad el verdadero jusnaturalismo es el de Aristóteles, el de algunos juristas romanos, el de Tomás de Aquino, y las escuelas que de ellos se desprenden entre las cuales se encuentra la de Salamanca, con De Vitoria a la cabeza.

La “jurisprudencia de conceptos” será también eminentemente racionalista: “se preconizó así la formulación de una serie de conceptos que descubriera esa naturaleza lógico deductiva que procediera a través de las conexiones sistemáticas entre los conceptos y las proposiciones, a obtener unas conclusiones adecuadas respecto de las premisas de que en cada trato se tratara.” Entre otros filósofos racionalistas del derecho están Grocio, Pufendo, Leibniz y Kelsen.

El Racionalismo jurídico, a consecuencia de su método y de su visón limitada del conocimiento, ve al derecho sólo como un orden o sistema racional e inmutable. El derecho es asunto de coherencia lógica, no de valores o justicia. Igualmente conduce a graves errores, fatales en el campo de las relaciones humanas; un orden jurídico injusto conduce a graves errores, fatales en el campo de las relaciones humanas.

Un orden jurídico injusto podría ser derecho, sólo bastaría con que fuera racional, coherente o lógico. Lo real es sustituido por un sistema ideal, el orden racional adquiere valor sólo por sí mismo y no importa su correspondencia con la realidad.

Deductivamente, el racionalista obtiene conclusiones a partir de axiomas, juicios o principios evidentes, sin preocuparse de confrontarlas con la realidad. La realidad debe ser así; nuestras deducciones son válidas porque son el resultado de la correcta aplicación de las leyes de la lógica.

El Racionalismo acierta cuando utiliza y propone a la razón para encontrar racionales de la realidad. Es así como debe construirse el conocimiento. Creemos que la razón puede obrar benéficamente para la reforma general que es tan necesaria, pero ante todo requiere curarse a sí misma de los errores de origen cartesiano.

Una visión parcial del conocimiento de la Ciencia y de la Filosofía conduce a una metodología trunca también y a un conocimiento parcial de la realidad, tal es el caso del Racionalismo, como hemos visto, por ejemplo, en el Racionalismo jurídico y del Empirismo como veremos en el Empirismo jurídico.

Ninguno de los dos, ni el Racionalismo ni el Empirismo, han podido explicar
integralmente el fenómeno del conocimiento, sino que han dado origen a métodos
insuficientes al proporcionar conocimientos muy limitados de lo real. Es cierto que en algunos campos el Racionalismo ha tenido cierto éxito, particularmente en la Lógica y la Matemática, pero en otras áreas del conocimiento sus resultados son un tanto desalentadores, especialmente en las Ciencias Sociales, como la ciencia del Derecho, la Ciencia Política, o la Psicología.



















El Empirismo
¿La mente humana es realmente distinta de los sentidos o éstos deben identificarse con ella? Esta pregunta que se ha planteado el hombre durante muchos siglos, se vincula con otras, como por ejemplo: ¿Cuál es el origen de nuestras ideas y cómo se pueden clasificar? ¿De qué depende la validez del conocimiento?

Dos alternativas se presentan como respuesta a lo anterior: una que sostiene que la mente humana es esencial y cualitativamente distinta de los sentidos; y otra, la del Empirismo, que identifica la mente humana con los sentidos, señala que entre entendimiento y sentidos no hay una diferencia cualitativa, tan sólo de grado.

Frente a los excesos racionalistas, el Empirismo intentará rescatar el valor de la experiencia de los sentidos. El único fundamento sólido de la ciencia “debe residir en la experiencia y en la observación “ Sin embargo, dicho intento será desafortunado.

Mientras Descartes afirmaba la existencia de lo sensible y lo suprasensible, Locke afirmará lo sensible y negará lo suprasensible. Berkeley negará lo sensible y afirmará lo suprasensible. Hume, por su parte, sintetizando a Locke y Berkeley, negará lo sensible y lo suprasensible. Así el Empirismo terminará negando toda realidad, y se encerrará en un fenomenismo inmanentista.

David Hume (1711-1776) llevó el Empirismo a sus últimas consecuencias: Las principales obras de este pensador inglés son: Tratado de la naturaleza humana, Ensayos filosóficos sobre el entendimiento humano, Ensayos morales y políticos e Investigación sobre los principios de moral.

La tesis central del Empirismo argumenta que las ideas tienen su origen en la experiencia y que no conocemos los objetos exteriores, sino nuestras propias percepciones, nuestras experiencias o las sensaciones que experimentamos. Los que nacen ciegos o sordos carecen de impresiones e ideas. “No podemos formarnos una idea exacta de la piña sin haberla probado.” No conocemos las causas de las impresiones, ya que será “siempre imposible decidir con certeza si provienen inmediatamente del objeto”.

Hume hizo una distinción entre impresiones e ideas: las primeras son aquellas percepciones que penetran con más fuerza y violencia en el alma, e incluye en ellas todas las sensaciones, pasiones y emociones, en tanto las segundas son las imágenes débiles, son impresiones debilitadas; entre la idea y la impresión sólo hay una diferencia de grado. Asimismo dividió las impresiones y las ideas en simples, aquellas que no admiten separación ni distinción, y en complejas, que pueden ser distinguidas en partes o elementos más simples.

Hume, igual que los demás empiristas, rechaza la existencia de las ideas innatas. Todo lo que está en el entendimiento proviene de los sentidos.
Las ideas universales son representaciones particulares que nacen de la costumbre, que la mente asocia y designa con un mismo nombre común. Nuestros conocimientos son el resultado de asociar elementos simples, impresiones o ideas.

Hume atacó tanto el principio de casualidad como la sustancia. Dichos ataques parecen en el fondo ir en contra de las verdades necesarias del Racionalismo; él dice que no hay verdades necesarias. Para Hume no fue exacta la definición cartesiana de sustancia, según la cual “es algo que puede existir por sí”, ya que la sustancia cae fuera de nuestra experiencia: la sustancia es una ficción, un nombre común producto de la costumbre psicológica de asociar las impresiones.

Tampoco tenemos una intuición del yo, a la manera como lo creía Descartes, tan sólo tenemos sensaciones o percepciones, pero eso no significa que intuyamos una “sustancia simple” o “yo” (como diría Descartes). Dicha sustancia cae fuera de la experiencia, de la relación casual, extrapola el orden de la experiencia.

El espíritu es como un teatro en el que cada percepción aparece, desaparece, pasa y repasa en movimiento escénico continuo, sin que conozcamos en realidad el teatro en que son representadas las escenas. Sólo tenemos una serie de percepciones, imaginamos que el alma o la sustancia es la causa que las sustenta. Percibimos las escenas pero no conocemos en sí el teatro.

Hume niega también la legitimidad del principio de causalidad, ya que –dice- no tenemos una intuición o percepción sensible de la relación y conexión necesaria entre causa y efecto.

El principio de causalidad, que se expresa de la siguiente manera: “todo lo que empieza a existir debe tener una causa de su existencia”, ni es evidente ni puede demostrarse analíticamente.
La experiencia sólo nos muestra dos objetos o fenómenos: A y B (causa y efecto), y nuestra mente establece una relación necesaria por una mera costumbre, en virtud de una tendencia subjetiva de asociar A con B, pero en realidad no existe tal vínculo, el nexo es producto de un hábito psicológico.

No podemos afirmar, por ejemplo, que entre el fuego y el calor exista una relación causal. Tan sólo tenemos dos impresiones, una visual del fuego y otra táctil del calor. Tenemos la percepción de dos hechos, pero no de su nexo necesario. Por lo tanto, es ilegítimo hablar de una relación causal, pues eso equivale a salir del ámbito de la experiencia.

Parece que Hume confundió principio de causalidad y ley causal. Resulta esclarecedora la distinción entre ley causal (que pertenece al campo de la Física) y “principio de causalidad” (que pertenece al campo de la Metafísica).
Afirma Mauricio Beuchot que el principio de causalidad se conoce en cuanto se conocen los términos de causa y efecto y no a partir de ellos. El nexo se capta al mismo tiempo que se realiza la abstracción, se induce en el proceso mismo de la abstracción. La formulación correcta del principio de causalidad es “todo ente contingente tiene una causa,” ya que, aunque la causa es antecedente, no todo antecedente es causa.

La causa no sólo es eficiente, sino que también es formal, material y final. Hume solamente se ocupa de manera muy restringida de la causalidad eficiente. Sin la causa formal no puede explicarse la conexión necesaria que brota de la esencia del ente.

El principio de causalidad incluye los siguientes principios: el ente contingente tiene en sí la causa formal propia o su forma intrínseca; el ente contingente se constituye a semejanza de una forma ejemplar o idea objetiva; el ente mudable supone un sujeto mudable; el ente que actúa lo hace por fin, y el ente contingente es eficientemente causado.

El carácter abstractivo del conocimiento del nexo del principio de causalidad incluye un componente de inducción. Este principio puede obtenerse del principio de razón suficiente y éste a su vez del principio de identidad. Entonces, contrariamente a lo que decía Hume, sí hay una captación y demostración del principio de causalidad.

La destrucción humana del principio de causalidad será de terribles consecuencias para la Ciencia, la Metafísica, la Teología, la moral y el Derecho.

La moral tendrá que fundarse en el sentimiento; al no poder fundarse en Dios al que no podemos conocer, ni en la razón que sólo aprecia los hechos y sus relaciones, tampoco podrá fundarse en verdades eternas ni en normas universales y necesarias.

Define a la moral como la “ciencia de las reglas que hay que seguir para conseguir el bien y la felicidad mediante la práctica de la virtud”. El código de reglas morales debe establecerse a partir de la naturaleza humana, la cual es la misma para todos los hombres.

Hume afirmaba que un acto es bueno cuando es útil y nos proporciona gozo, y es malo cuando es inútil y nos proporciona dolor. Tenemos un instinto moral, natural y práctico, por el que apreciamos lo bueno y lo malo. Los juicios morales se fundan en el sentimiento. Por consiguiente, la aprobación o desaprobación general de nuestros actos por parte de la humanidad es lo que los hace virtuosos o viciosos.

La virtud es “aquella acción o cualidad mental que da a quien la ve un sentimiento agradable de aprobación”. El vicio, por el contrario, es una cualidad mental que da a quien lo ve un sentimiento desagradable de desaprobación. De la misma forma divide las virtudes en útiles, para el prójimo y la comunidad o para nosotros, y en desagradables para nosotros mismos o para otros.

La ética del empirista inglés fracasó al no lograr fundamentarla y justificarla
racionalmente. El Empirismo no es capaz de explicar plenamente el fenómeno del conocimiento humano, su teoría del conocimiento le ha conducido a una metodología trunca igual como sucedió con el Racionalismo.

Lo que no ha entendido desde sus orígenes el Empirismo es que epistemológicamente, para tener impacto en el mundo del conocimiento propiamente humano, los hechos deben ser tamizados (es decir, abstraídos, ordenados en sistema y valorados) por las potencias del entendimiento. A decir verdad, esta es la crítica que dirigió Kant contra el Empirismo de Hume: los datos sensoriales por sí mismos no son experiencias; para serlo requieren de la actividad organizadora del pensamiento, la cual los unifica y da sentido.

Por ejemplo, en el campo jurídico el Empirismo pretende explicar el derecho proponiendo diversas clases de hechos; los diversos tipos de Empirismo jurídico reducen el derecho a distintos tipos de hechos; el voluntarismo jurídico reduce el derecho al mandato de la autoridad competente; La escuela Histórica del Derecho, a un hecho histórico; el sociologismo jurídico, a un fenómeno social; el Marxismo, a un hecho económico, y el Positivismo escandinavo a un hecho psicológico.

Todas estas visiones del Derecho son teorías truncas y parciales, incapaces de entender plenamente lo que es verdaderamente del Derecho, confundiendo la validez jurídica con la validez empírica.

Confunden también el hecho con el Derecho y no descubren cuándo y cómo algo merece llamarse Derecho. No obstante, el Empirismo jurídico aporta información muy valiosa para explicar el derecho. Lo mismo sucede en otros campos del saber humano, los hechos enriquecen nuestra visión de la realidad.

Desgraciadamente el Empirismo desvirtúa la experiencia y la inteligencia, lo que le impide explicar adecuada e integralmente el conocimiento humano. Tanto el Empirismo como el Racionalismo son concepciones modernistas, cuya influencia se prolonga hasta nuestros días.