miércoles, 25 de agosto de 2010

1. Principales problemas éticos y gnoseológicos de la Filosofía europea de los siglos XVI y XVII.


La palabra Renacimiento indica ya de por si una nueva actitud de entusiasmo. Entusiasmo por las ciencias, las artes y las letras de los antiguos griegos y romanos; es una época que vuelve la cara al mundo clásico, pero que se define por la expansión y el crecimiento, es también una época de dudas, de querellas teológicas y de angustias y zozobras que se prolongan a lo largo de los siglos XV y XVI.
Encontrado y perdido, el hombre del Renacimiento pone sus esperanzas y sus dudas en el corazón mismo del hombre. Humanista muchas ocasiones, es también muchas veces escéptico. A esta doble actitud que a veces llega a encontrarse ambiguamente en una misma persona contribuyen los nuevos descubrimientos geográficos y astronómicos, la expansión científica, el crecimiento de una nueva economía y el pensamiento progresivo de la vida y el conocimiento.
El hombre renacentista vive con alegría de vivir, como si hubiera descubierto nuevamente un fruto largamente largamente prohibido; vive con la zozobra natural de quien acaba de descubrir nuevas posibilidades que se antojan infinitas.


El crecimiento del mundo
Tres ciudades mediterráneas, Barcelona, Génova y Venecia habían dominado el comercio mediterráneo y las rutas que, a fines de la Edad Media, conectaban a Occidente europeo con el Oriente asiático, nuevas formas de transacción (entre ellas los bancos de Estado, el primero de los cuales nace en Barcelona en 1401) hacen nacer una nueva clase capitalista y burguesa que habrá de prevalecer a lo largo del Renacimiento. Los Medici de Florencia o los Fugger alemanes organizan bancos y sistemas de prestamos de los cuales habrán de depender en buena parte reyes y papas. Bien pronto el capitalismo mediterráneo tiene que ceder ante el empuje de dos nuevas nacionalidades recién formadas, predominantes en el desarrollo de la historia europea hasta 1600.

Portugal
Fundara un nuevo imperio basado en el comercio de las especias que durara más de un siglo; además, descubren las islas Madeira en 1418; Enrique el Navegante coloniza las islas Azores en 1427; Bartolomé Díaz llega en 1486 al Cabo de Buena Esperanza que, once años más tarde, habrá de doblar Vasco da Gama. El comercio con Asia queda abierto por una nueva ruta que solamente impiden las dificultades pronto vencidas de la navegación de altura. Venecia cede su monopolio ante el nuevo monopolio de Lisboa.

España
Su imperio prevalecerá hasta fines del siglo XVIII. Ellos se lanzan a cruzar e Atlántico tanto en busca de nuevas riquezas como en encuentros sorprendentes de un Nuevo Mundo. En 1492 Cristóbal Colón descubre América; poco después Magallanes y El Cano acaban de demostrar que la tierra es redonda, las riquezas de las tierras nuevas de América llegan a Europa a través de una España que no sabe organizarse como sociedad capitalista y que es más lugar paso del oro descubierto que centro de una nueva sociedad industrial, la cual saben inventar mejor los pueblos del norte de Europa. Los viajes y la geografía han aumentado el mundo multiplicando a la vez sus posibilidades.

Navegantes y exploradores, los portugueses y los españoles abren el mundo al comercio de Europa. El nuevo comercio se planetiza, alcanzando primero las zonas atlánticas y, más tarde la zona del pacifico. Al redondearse la Tierra se redondea también la cultura que Europa ofrece al mundo y que el Nuevo Mundo descubierto por Europa devuelve a Europa bajo nuevas formas, transformando lo que de Europa recibe.

El crecimiento del cielo
Pero si crece la tierra, crece no menos el cielo. La nueva ciencia del siglo XVI es, sobre todo, la astronomía. Copérnico establece de una vez por todas que el sol es el centro del sistema planetario. Y, al establecerlo, coloca la primera piedra del nuevo método científico que ya nada tiene que ver con las especulaciones de teólogos y filósofos.
Da Vinci, Copérnico, Kepler o Galileo, saben que no hay verdadera ciencia sin fundamentos matemáticos. Las matemáticas son sin duda una ciencia ideal, cuyos objetos nunca se encuentran exactamente idénticos en los hechos de la naturaleza. Pero, las matemáticas, más exactas que la experiencia, son la base de la exactitud de cualquiera experiencia.


El nuevo humanismo
Que tan claramente representa Leonardo Da Vinci, sabe que es necesario dominar la naturaleza por medios naturales y saber que esto es tan sólo factible por una cuidadosa dosificación de experiencia sensible y de cálculo matemático. El nuevo espíritu científico, el que habrá de conducir a la física matemática moderna, nace con el espíritu humanista del Renacimiento.
Pero los nuevos humanistas saben también que la ciencia por sí sola carece de valor si no se añade a ella un conocimiento del alma humana. A la dignificación del espíritu se dedican, por vías diversas, los estudios de los académicos de Italia, los erasmistas, los reformadores, los utopistas, los metafísicos y los misioneros del Viejo y Nuevos mundo.
La lucha más visible y uno de los verdaderos problemas que definen al Renacimiento se entabla en el plano de las ideas religiosas, donde todos los cristianos vivían de acuerdo con los preceptos evangélicos. Y aun los descubridores y conquistadores del Nuevo Mundo creían percibir, a cada paso en las nuevas tierras que pisaban, signos de la nueva edad a la vez perfecta, dorada y real.
Existen, por lo menos, tres tendencias diversas en el curso del siglo XVI. Por un lado, al que siguen los cristianos que se rebelan contra la iglesia católica, a los que se debe la Reforma; por otro, la de los cristianos que quieren modificar la iglesia desde dentro (la philosophía Christi); finalmente, la de aquellos que, reaccionando contra la rebeldía protestante, llevan a cabo una reafirmación de la iglesia (la Contrarreforma) sobre todo a la Compañía de Jesús.

2) Philosophía Christi
Es importante tener en cuenta que esta nueva mentalidad pretende reformar la Iglesia sin separarse de ella, con un espíritu renacentista, conciliador. Este humanismo cristiano tiene como máximo representante a Erasmo de Rotterdam (1466−1536).
Este humanismo cristiano recogía en la medida de lo posible la herencia del nominalismo y corrientes del fin de la E. Media: no cree en las ideas como entidades autónomas, refuerza el valor de lo individual La philosophia Christi quedó hundida bajo el surgimiento de la reforma protestante. Este sentimiento general de reforma de la Cristiandad, fue tomado a la tremenda por algunos (Lutero), llevado así a la rotura de la unidad de la Iglesia, de la unidad religiosa que había mantenido unida a Europa, bajo la bandera del Sacro Imperio Romano−Germánico.

Las causas de la Reforma fueron de diverso origen. El motivo inmediato fue la discusión sobre la validez de las indulgencias que otorgaba el papa. Principalmente en Alemania, donde el movimiento protestante se une a los primeros signos del nacionalismo alemán, el protestantismo empieza por ser una tendencia de orden moralista; y es este moralismo lo que a lo largo de la historia, distinguirá, a veces con una rigidez que se convierte en un nuevo dogma, al mundo protestante. No que los protestantes no tuvieran sus motivos para pensar en al necesidad de una reforma.

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